Poems by Christine Harper

 

The monster in My Head

 

It gets worse everyday… ooh the monster in my head.
Backward and forward, tugging, aching, hurting within my head.
I feel you tearing away, slowly and painfully you begin to pull,
just not a little but a lot,
am dizzy, am tired, am frightened, am crying,
am screaming and wondering why you can’t leave me alone…
ooh the monster in my head.
Am hoping, am fighting, am down on my knees pleading, am dying,
I just want you to go, am waiting…
ooh the monster in my head.
I am yet to understand why you are making your presence known,
you are changing my life, my world, I feel very alone.
Clumsily but gently I try and push you from my head, as I fumble I try to see 
and think what to do, when all I feel beneath is the monster in my head.

Then POW your gone but no doubt not for long…
4so I wait now, every morning, every day for MY MONSTER IN MY HEAD!!

by Christine Harper

Monster in my head

 

Prohibido prohibir

En este mano a mano que mantenemos desde hace ya unos años nos ha dado tiempo a censurarnos muchas cosas. Lógicamente empezó ella con esta batalla. Llegó sin avisar, y sin darme cuenta se encontraba en mi vida alborotándolo todo.
La tranquilidad con la que vivía mi día a día se vió alterada de la noche a la mañana por nervios, tensión y situaciones difíciles de controlar. Con alguien así, uno andaba todo el día en alerta, y máxime cuando apareció con unas normas para cambiar mis hábitos de vida.
Me la estaba cambiando toda de arriba a abajo.
Decidió que dos pequeños placeres de los que hacía uso y disfrute, se vieran apartados de mi al poco tiempo de hacerse un hueco en mi cama.
 El alcohol y la siesta quedaban totalmente prohibidos.

La siesta, menudo invento!!! Fantástico!!!. A partir de ahora se acababan esos ratitos de sofá, o incluso esos que se alargaban más en el tiempo y en donde era indispensable el uso de una cama y un pijama.
El horario partido de la carnicería me había acostumbrado a esa cabezadita en el sofá después de comer, buscando el descanso reponedor que me preparase para la vuelta al tajo.

Advertido estaba de no hacerlo, pero demasiado alteraba mi vida, y no estaba dispuesto a que se saliese siempre con la suya, siendo su títere y claudicando ante ella y ante el poder que parecía tener.
Probé a dormir siesta varias veces y siempre se manifestó con violencia, no estaba dispuesta a que se le desobedeciese. Había dicho siesta no y era siesta no.

Bendita tradición

Bendita tradición

Busqué respuestas en alguien que le conociese mejor, intentando saber el porqué le entraba esa furia cuando mi cuerpo demandaba una siesta.

Me hablaron de estructuras neunorales implicadas en el ciclo del sueño-vigilia, de los ritmos circandianos y el control de las diversas fases del sueño. Todos ellos parecen ser los responsables del carácter que sacaba mi «amiga» cuando decidía visitar a Morfeo en las horas no adecuadas.

La siesta, esa tradición tan nuestra, desapareció. Se acabó dar cabezadas con los documentales, la vuelta, Saber y Ganar… No me lo permitía, bueno sí, pero también tendría qué acarrear con las consecuencias……. así que mejor no tentar a la suerte.

Soy un gran aficionado al café, al sólo por la mañana y al carajillo después de comer. Siempre me había gustado concluir la comida con un café al que le acompañase un chorrito de Brandy.
El fin de semana cuando quedábamos con amigos para tomar el aperitivo o salir a cenar, acompañaba las veladas con alguna cerveza o algo de vino. En casa un par de jarras congeladas estaban siempre dispuestas a realizar su servicio. Cuando un día largo y duro en la carnicería llegaba a su fin, había muchas posibilidades de que una de las dos saliese del cajón para llenarse de cerveza.

Pero todo eso tampoco le gustaba, y cada vez que había alcohol de por medio… ¡¡¡ala a montar un pollo!!! La misma bronca, la misma violencia, lo de siempre, hecha una fiera.
Le daba igual que fuera una cerveza o diecinueve cuba libres, ella siempre aparecía avasallando.
Por no aguantarla, cuando se pone no hay quien le aguante, eliminé todo vínculo con cualquier sustancia alcohólica, con el fin de tenerla contenta.

¿Tiene Coca-Cola amigo?

¿Tiene Coca-Cola, amigo?

Pasaron los años y después de ceder ante la siesta, el alcohol y tantas otras cosas, me daba la impresión de qué ella no lo había hecho en nada. Así un día decidí ponerla a prueba y ver si ya pasaba por alto viejas disputas.
Acudí al Palacio de Deportes de la Comunidad a ver al «maestro». No recuerdo las veces que he asistido a un concierto suyo, muchísimas, pero siempre me embarga la emoción y los nervios. Eso me llevó a crecerme y una hora antes del espectáculo verme con una cerveza en la mano.
-Hace dos años que no pruebo el alcohol, sólo es una cerveza, pensé.

Cuando cruzaba las puertas del Palacio ya se escuchaba su voz desgarrada interpretando el «Ahora que». Yo le puse el signo de interrogación y me respondí rápidamente, a partir de hoy no vuelvo a beber alcohol jamás. Sólo había sido una, pero le fue indiferente, después de tanto tiempo se había presentado a montarla delante de todo el mundo. Con la misma agresividad de siempre, manifestándose con todos sus defectos. Había conseguido que entráramos tarde y no disfrutásemos a tope de, quizás, el último concierto en solitario que daría mi ídolo en Madrid. Seguía igual, nada había cambiado. No aceptaba ni una gota de alcohol.
Actua como un vasodilatador de las arterias cerebrales, que disminuye los niveles de agua del organismo evitando una perfecta hidratación. El caso es que su relación, como la nuestra, no es nada buena.

Ya tengo bastante claro que no acepta bajo ningún concepto ni las siestas ni el alcohol. Han tenido que desaparecer de mi vida, su presencia le enoja en exceso. A la siesta se la echa de menos y reconozco que algún día la debilidad me ha llevado a claudicar dejándome llevar por el sofá, sin importarme que pudiese aparecer toda endemoniada. Con el alcohol he sido inflexible y no han habido fisuras después de aquel episodio del concierto. De aquello hace unos años y creo haber encontrado en la Coca-Cola el sustituto ideal. Ahora disfruto del aperitivo del domingo, de una buena comida o de una reunión de amigos con mi refresco de cola, algo impensable hace años donde el alcohol hubiera estado presente.

Haré todo lo que esté en mi mano por intentar evitar su presencia. No quiero verla, no la soporto. Cuantas menos veces haga acto de aparición, menos sufrimiento.

Cuidado con hacer lo que no la gusta. Se pone como un potro desbocado. Se pone hecha una bestia.

Muchísima salud

Peces de ciudad

J. Sabina

 

Y desafiando el oleaje

sin timón ni timonel,

por mis sueños va, ligero de equipaje,

sobre un cascarón de nuez,

mi corazón de viaje,

luciendo los tatuajes

de un pasado bucanero,

de un velero al abordaje,

de un no te quiero querer.

Y cómo huir

cuando no quedan

islas para naufragar

al país

donde los sabios se retiran

del agravio de buscar

labios que sacan de quicio,

mentiras que ganan juicios

tan sumarios que envilecen

el cristal de los acuarios

de los peces de ciudad

que mordieron el anzuelo,

 que bucean a ras del suelo,

que no merecen nadar.

Mi corazón de viaje

Mi corazón de viaje